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Nácar

Con un brillo fascinante y una misteriosa iridiscencia, el nácar o la madreperla, es uno de los regalos más luminosos de la naturaleza.

Dato: 1 de 5

No es una perla real

El nácar (o madreperla) no es una perla, sino la capa interna nacarada del caparazón de ciertos tipos de moluscos. Se compone principalmente de carbonato de calcio, generado por el molusco como un modo de protegerse a sí mismo de los parásitos.

Dato: 2 de 5

Deja pasar las ondas de luz

El nácar presenta una estructura de plaquetas, que refleja las ondas de luz para producir su conocido brillo iridiscente.

Dato: 3 de 5

Da forma a las perlas

Una perla se crea a partir de capas y capas de nácar o madreperla. Básicamente, la madreperla "da a luz" a la perla, de ahí su nombre.

Dato: 4 de 5

Es una gema preciosa orgánica

Se origina en una criatura, planta u organismo vivo, y está compuesta principalmente de carbonato de calcio.

Dato: 5 de 5

Tiene asociaciones con la familia y la maternidad

La madreperla se asocia a menudo con la familia y la maternidad. Representa la armonía, la tranquilidad, la positividad y la intuición.

El look

Aunque no muchas personas lo saben, el nácar puede ser prácticamente de cualquier color, a menudo un tono claro, ofrece un brillo nacarado y un efecto iridiscente.

Proceso

Una vez se extrae el nácar de la concha de la ostra, a veces se blanquea para producir un color blanco, o bien, se tiñe de bonitos colores. Tan solo se ha pulido ligeramente para subrayar su efecto nacarado. El nácar se corta a menudo para darle formas caprichosas y usarlas en joyas. Se le puede dar forma manualmente al estilo tradicional, o bien, empleando tecnología moderna de corte por láser (CNC). En la antigüedad, el nácar se utilizaba en mosaicos, que se creaban con pequeños trozos de esta luminosa gema.

Durabilidad

El nácar tiene una dureza de tan solo 3,5 - 4 en la escala de Mohs. Con una dureza razonable, es regularmente duradera, pero particularmente susceptible a ácidos y daños provocados por la limpieza por ultrasonidos, además de ser sensible a disolventes.

¿Cómo cuidarla?

Las superficies rugosas pueden provocar arañazos o descascarillar el nácar. Las joyas deben guardarse por separado en un cajita o bolsa de protección. La luz directa del sol y los climas más secos, pueden secar el nácar haciendo que se agriete. Por ello, ponerse el nácar constituye uno de los mejores modos de cuidarla, ya que el contacto con los aceites naturales de la piel contribuirá a mantener el lustre de esta gema. Límpiala con un paño suave, humedecido en una solución de agua tibia y jabón y frótalo con suavidad por toda su superficie. 

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